LA FORMACIÓN DE LOS COSTALEROS ES TRABAJO DEL CAPATAZ



Hace ya un tiempo, vi esta foto en Internet y me sorprendió gratamente. El hecho de que así lo hiciera, es porque realza la sencillez, el oficio, la humildad y la juventud; aspectos que personalmente me agradaría que abundara más en la actualidad.

Desgranando la foto, uno de los aspectos que me gusta mucho es la juventud, señal de que el mundo del costalero está vivo y que seguirá perdurando en el tiempo. Otros de los aspectos, es la sencillez y la humildad hacia un trabajo bendito donde no resalta nada estridente (solo hay camisas y costales blancos en la totalidad de los integrantes) y por último, es el oficio al mundo del costalero, basta con ver el tamaño de sus costales y la anchura de las bases donde ellos apoyan la trabajadera para valorar que el trabajo que van a desarrollar va a ser bueno.

No me cabe la menor duda de que detrás de esto, ha habido una formación previa por parte de una persona cualificada y con gran experiencia. De esta visión saco mi reflexión para este artículo. ¿Quién tiene que ser consecuente ante la responsabilidad de enseñar, aconsejar y guiar a un colectivo de costaleros?

Todo esto comienza con la decisión de una Junta de Gobierno eligiendo supuestamente a un capataz de confianza o que simplemente han apostado por su trabajo demostrado en otras cuadrillas; éste elige a sus costaleros y con ellos, debe de presentar un resultado satisfactorio a la Junta de Gobierno.

Si el capataz tiene claro dónde quiere llegar porque tiene un criterio y unas formas de trabajo y además es conocedor de la herramienta de carga con la que sus costaleros van a trabajar, éste sabrá perfectamente cómo hacerlo y los podrá enseñar. Hay casos donde esto se lleva a la práctica reflejándose así en magníficas cuadrillas donde sus capataces se han preocupado de llevarlo a cabo.

Ocurren muchos casos en la actualidad, donde el costalero tiene que formarse solo y aprender de los demás porque no ha habido una mínima formación por parte de su capataz, o hay capataces que confían en el costalero más veterano de una cuadrilla para formarlos, o hay quien se conforman porque en sus cuadrantes, hay costaleros que vienen aprendidos de otras cuadrillas o incluso al contrario, también hay costaleros que no se dejan enseñar. Por lo tanto, creo que en lo correcto, debe de ser el capataz quien debe de amoldarlos a todos de la misma forma para conseguir un mismo resultado, siendo esto una responsabilidad que éste debe de asumir si quiere ser capataz.

En la actualidad, en un gran porcentaje de cuadrillas, se le suele dar más prioridad a mejorar lo superficial antes que lo interno, es decir, preocupa más que una cuadrilla sepa hacer una coreografía con la música antes que trabajar correctamente con la herramienta o corregir aspectos técnicos que mejorarían el rendimiento de los integrantes.

En muchas ocasiones, ¿Cuánto es el sufrimiento innecesario que puede recibir un costalero por no haberse realizado una buena gestión de “igualás”, de ensayos y de correcciones en su debido momento? Si el costalero no trabaja correctamente con la herramienta de carga o no tiene técnica para trabajar, si el capataz no le corrige o no tiene el conocimiento para saber de que algo no funciona bien porque lo desconoce, además de exponerlo a un riesgo de lesión, difícilmente ese costalero pueda responderle al máximo debajo de un paso.

Un detalle importante es que cuando un paso viene de vuelta, la principal visión que puede observarse, es el tipo de gestión que ha tenido ese capataz con sus costaleros. Sólo basta con ver una “levantá” para saber cómo viene de agotada una cuadrilla. El agotamiento físico de los mismos dependerá en mayor medida del trabajo que haya tenido el capataz con ellos además de otros factores. Cuando se logra en la mayor medida posible que los costaleros lleguen lo más frescos posible de vuelta, el capataz habrá realizado una gestión magnífica; que no es fácil…, ya que hay mucho trabajo cualificado para llegar a ello.

En cierta medida, no es cuestión de tener cantidad de costaleros para solventar en mayor medida el esfuerzo físico –que también es un aliciente importante-, se puede tener un gran número de costaleros mal igualados o incluso que no lleven la herramienta en el sitio donde su capataz los igualó y el peso del paso agotarlos a todos; más bien, pienso que con una buena gestión y formación, se obtendrán mejores resultados tanto en el rendimiento de los integrantes como en la estética del paso trabajando en la calle.

Asumir la responsabilidad de capataz no es una tarea fácil. Dirigir un paso en la calle, sería la “guinda de un pastel” hacia un trabajo supuestamente gestionado, haciéndose aún más fácil cuando dicha gestión y formación que ha habido detrás, se ha llevado a la práctica en los costaleros durante los días previos a la salida procesional.

Daniel Rosa

No hay comentarios:

Publicar un comentario